
Estimula tu inmunidad natural. ¡En cualquier escenario!
Siempre, estimula tu inmunidad natural. Ya sea para prevenir o tratar una infección por virus o bacterias. No importa si estás siguiendo un tratamiento farmacológico o no.
Lo importante es fortalecer tus defensas y no dejarte arrastrar por el miedo; luego haz lo que quieras.
¡Qué no te infecte el miedo!
No importa cuantas veces ocurra, el miedo se ha vuelto la respuesta colectiva habitual con cada bacteria o virus que aparece como una amenaza.
Y los que saben aprovecharlo tienen claro que el miedo es una eficaz herramienta de manipulación; manipulación que es un punto de apoyo para excelentes campañas de marketing.
En lugar de gastar tus energías dándole identidad al miedo, mi propuesta es simple: estimula tu inmunidad natural.
En fin, no me voy a detener a rezongar viendo como los corderos van felices y agradecidos al matadero. Después de todo parece que nuestra sociedad, tal como está planteada, se alimenta de eso: enfermedad, sufrimiento innecesario y muerte anticipada.
¡No exagero! Nada más mirar las principales causas de muerte: enfermedades del corazón, cáncer y diabetes. Enfermedades creadas y estimuladas por nuestros hábitos y elecciones; todas se pueden prevenir en torno al 90%, según la propia OMS.
En el caso de la diabetes y las enfermedades cardiovasculares, comiendo sano y limpio. Lo mismo ocurre en el cáncer, aunque además aquí es importante fortalecer tus defensas sistemáticamente.
En cambio, las enfermedades infecciosas son usadas para meter mucho más miedo y sacar dinero aún con incidencias menores. ¡También se pueden prevenir! ¿Cómo? ¡Fortalecer tus defensas!
Preguntas necesarias para ovejas blancas
Simplemente voy a plantear algunas preguntas que tampoco son necesarias para quienes ya nos graduamos de “ovejas negras”; aunque tal vez sean útiles para quienes aún puedan desengancharse -en la medida de lo posible- de esta matriz absurda o incorporar recursos para fortalecer las defensas. La idea es como un mantra: estimula tu inmunidad natural.
Estas preguntas son útiles en cualquier escenario. Puede ser una epidemia de hantavirus, ébola o fiebre amarilla; por supuesto, si se trata de enfermedades sencillas como el sarampión o la gripe pero que hoy aterran a tantos inmunodeprimidos:
👉 ¿Resistencia bacteriana y/o inmunidad deprimida?
👉 ¿Cuál era el estado general de los fallecidos o las personas afectadas? ¿Estaban bien hidratados? ¿Pertenecían a la mayoría que se alimentaba a base de gaseosas y excesos de carnes, harinas refinadas y lácteos? ¿Habían recibido una vacuna en los últimos días? ¿Han sido sometidos a prolongados tratamientos de antibioticoterapia? ¿La salud de su microbiota era mínimamente adecuada? ¿Estaban infestados de parásitos? ¿Tenían infecciones secundarias?
Preguntas muy simples como para que una iluminada dirigencia política y sanitaria se haga para obtener mejores respuestas. Habitualmente encontramos entre ellos gente que está convencida que se las sabe todas, que no tiene nada que aprender, que alguna vez tendrán éxito haciendo lo que siempre fracasó y pueden darse el lujo de seguir funcionando en piloto automático. Mi consejo para que la marea de ignorancia no te ahogue antes de tiempo: estimula tu inmunidad natural.
Fortalecer tus defensas
Hagas lo que hagas y estés como estés, tienes que fortalecer tus defensas; no diré mucho porque las soluciones básicas son simples y cualquiera con dos dedos de frente puede hacerse cargo: propóleo, plata coloidal, lapacho, uña de gato, equinácea, llantén, ajo, vitamina C…
En el año 2003, viendo lo que pasaría en los años siguientes -y efectivamente pasó, está pasando y se profundizará-, he escrito la primera versión de un libro conocido como “Estimula tu inmunidad natural” (editado ahora por Kepler y antes por Obelisco); sus consejos no son una garantía absoluta en este mundo de locos pero ha demostrado ser un salvavidas eficaz para mucha gente durante quince años.
No pretendo con estas palabras quitarle mérito a las infecciones, el cáncer u otras enfermedades; simplemente creo que no vale la pena caer infectado en cada epidemia de miedo.
El miedo nunca suma, más allá de unos instantes en los que hay que decidir huir o luchar; al contrario, deprime la inmunidad natural. Mucho mejor, fortalecer tus defensas.
Nada más, nos vemos en la próxima reunión de ovejas negras. Lamentablemente, en la orden del día tocará seguir llorando unos cuantos corderos que sufren por no utilizar todos los recursos que disponen; incluso lamentar su temprana llegada al matadero.