
Permíteme antes que nada, compartir estas palabras del reconocido nutricionista mexicano Miguel Leopoldo Alvarado:
Hasta la década de los 40s, los agricultores restituían a la tierra de cultivo sus nutrientes esenciales con estiércol y la rotación de las cosechas. Método que funcionó durante miles de años. Sin embargo, pasada la segunda Guerra Mundial la industria química productora de nitratos y fosfatos para explosivos, se quedó con grandes excedentes y buscando nuevos mercados inventaron los fertilizantes NPK ofreciéndolos a precios tan bajos que dejaron fuera de competencia a los métodos tradicionales.
Para 1960 prácticamente todos los productores americanos dependían ya de los fertilizantes NPK. Con Nitrógeno, Fósforo y Potasio, aunque débiles, los vegetales crecen frondosos y con buen aspecto, pero pobres o carentes de muchos otros elementos minerales como selenio, cromo, calcio magnesio, hierro, cobre, yodo, molibdeno, cinc, cobalto, boro, vanadio y tal vez otros más. El departamento de Agricultura de Estados Unidos comparó el contenido de nutrientes entre vegetales cultivados en suelos desgastados, abonados con fertilizantes NPK y vegetales cultivados con métodos tradicionales y estiércol, encontrando una gran diferencia.
Citando un solo ejemplo, se encontró que el tomate cultivado con fertilizantes NPK contiene 2 miligramos, mientras que el cultivado con métodos orgánicos contiene 2000 miligramos de magnesio. Si tomamos en cuenta que los más de 10 mil beneficiosos fitoquímicos que contienen los tomates y otros vegetales orgánicos han sido reducidos a su mínima expresión en los cultivos modernos, podemos comprender el cuantioso fraude nutrimental que estamos padeciendo.
Para explicarlo con humor, te invito a ver este video de dos tomates, uno transgénico y otro campesino, se citan en un bar después de haberse conocido a través de un chat en internet y representan las dos caras de la producción de alimentos:
🍅 ¿Y tú con cuál TOMATE te casas? 🍅