
La buena elección de la alimentación después de la lactancia es fundamental para determinar el estado de salud y bienestar que un niño gozará toda su vida.
Al nacer y durante los primeros meses, realmente no hay mucho que hablar: teta, teta y teta.
Más allá de la lactancia materna
Luego, lo primero que debemos abordar es la transición desde la lactancia a los alimentos sólidos.
Este es un tema que genera mucha ansiedad en los padres que normalmente se apuran a incorporar alimentos en variedad; debo decir que, mientras el niño tome teta, tiene todas sus necesidades cubiertas con la leche materna hasta el año, luego puede ser insuficiente y el aporte adicional de alimentos con hierro y zinc es importante.
Entonces, mientras se prolongue la lactancia, este es un proceso que puede tomarse con mucha calma, privilegiando la calidad y respetando los instintos de la criatura en cuanto a la cantidad; el pediatra advertirá si hay algún problema de nutrición o crecimiento.
Espirulina, súper alimento para bebés
Siempre insisto que el primer «medicalimento» que se me ocurre como el mejor para los bebés es la espirulina, un alga marina -más bien una cianobacteria- que se compone alrededor de 75% de proteínas, un mix impresionante de vitaminas y minerales -A, E, D, B1, B2, B3, B6, B12, hierro, zinc, ácido fólico, ácidos grasos esenciales y un alto contenido de clorofila; una cucharadita de café al día en una o dos tomas es perfecto para complementar las inmejorables propiedades de la leche materna antes de empezar una suave transición hacia los alimentos sólidos a partir de los cinco o seis meses.
Además, la espirulina puede ser consumida por la mamá para enriquecer su «fórmula» natural , de ser necesario, por el propio bebé desde el mismo nacimiento o cuando la madre tiene problemas con el suministro pleno de la lactancia; en este caso, sobre todo para las madres que tienen problemas para dar el pecho, la leche de sésamo o de almendras bien coladas con un poquito de espirulina es un alimento muy completo y tolerado desde los primeros días de vida -con supervisión del pediatra, por supuesto-.
El camino hacia los primeros sólidos
Instintivamente los niños pedirán comida, nuestra función es asegurarnos que esta sea de valor, concentrada en nutrientes y libre de toxinas; entre sus primeros alimentos suelen recomendarse las papillas de cereal, que en caso de dárselas, procuraremos procesar los granos cocidos prefiriendo el mijo, el trigo sarraceno, la quinoa… que también pueden ser materia prima para una «leche» vegetal bien colada al principio y cada vez más espesa con el tiempo.
En cualquier caso, es mejor comenzar con verduras, luego frutas, siguiendo con la incorporación de frutos secos -idealmente activados y procesados-. Recordar: mientras se prolongue la lactancia, ¡no hay mejor alimento que la leche de mamá! Lo demás es complemento.
A medida que crecen, las frutas, las verduras y los frutos secos deben ser los protagonistas; tengamos presente que la mayoría de los niños ni siquiera llegan a las raciones mínimamente recomendadas por las autoridades.
Seamos una familia vegana o no, esta escuela tiene montones de recetas sanas y deliciosas para incorporar con facilidad estos alimentos en cualquier plan de alimentación equilibrada.
Desafíos del crecimiento
Luego, a medida que crecen las necesidades de los niños están determinadas por el crecimiento de su cuerpo y el desarrollo de huesos, dientes, músculos, etc; proporcionalmente tienen unas necesidades de energía, proteínas y ácidos grasos mayores que la de los adultos, pero cuando la alimentación es variada y basada en alimentos frescos, vivos e integrales, los riesgos de carencias y excesos se minimizan.
Realmente esto no representa un desafío de mayor importancia en las familias que tienen acceso a una canasta básica de alimentos y que además optan por variantes saludables; la malnutrición, mayormente se debe a la mayor opción por los alimentos ultraprocesados.
En cuanto a las vitaminas y minerales:
Hierro: el periodo de uno a tres años es el más crítico para exponerse a carencias, ¡pero ya hemos recomendado la espirulina! A lo cual podríamos agregas polen, chlorella y levadura de cerveza dietética. A esta edad aumenta rápidamente la masa sanguínea y el cuerpo demanda más hierro.
Calcio: habitualmente se insiste en que la leche es la mejor fuente de calcio, pero yo insisto en que el sésamo, las almendras o las legumbres lo son tan buenas o mejores y con menos contraindicaciones.
Zinc: es esencial para el crecimiento y hay que asegurar 10 mg diarios; la carne y los pescados de mar son fuentes muy buenas, pero mejor aún es el polen, el cacao amargo, las semillas de calabaza o los huevos de pastoreo.
Pablo de la Iglesia
Mentor del Diplomado en
Coaching Nutricional