
Aunque no se sabe si el origen de los garbanzos es asiático o mediterráneo, en la medicina ayurvédica se utilizan desde tiempos ancestrales para aliviar enfermedades de la piel.
Desde aquel tiempo hasta hoy, seguimos descubriendo propiedades nutricionales de los garbanzos y aprendiendo recetas nuevas que nos brindan muchas posibilidades para disfrutarlos.
Existen alrededor de 40 variedades de garbanzos; en España se consumen cinco grandes variedades: castellano, blanco lechoso, garbanzo venoso andaluz, garbanzo chamad y pedrosillano.
Composición nutricional
Destaca su contenido mineral, en especial el zinc, fundamental para estimular la inmunidad natural.
El zinc,además, mejora el metabolismo de la glucosa; sumado a su equilibrado aporte de fibra, carbohidratos complejos y aminoácidos, le hacen un alimento especial para los diabéticos. Por supuesto, en estos casos recomiendo un programa integral como el propuesto en Detené la Diabetes (Grijalbo).
Su composición es apropiada para promover una adecuada salud intestinal, así como para aliviar tanto problemas de estreñimiento como diarreas; su efecto es estabilizador y regulador.
Es un alimento de valor coadyuvante para aliviar las hemorroides; por supuesto, en el marco de una alimentación saludable y mejor si se complementa con hierbas como el hamamelis, el rusco o el ginkgo biloba.
En los últimos tiempos los garbanzos han recuperado fama y protagonismo porque su consumo regular se asocia a estados de bienestar emocional. De acuerdo a una investigación israelí, esta legumbre favorece la producción de la hormona de la felicidad, la serotonina -aunque muchos la consideran tan solo un neurotransmisor-; esto es así, especialmente porque es rica en triptófano, precursor de la misma. Entre otros beneficios, se ha observado que ayuda a conciliar el sueño y a aliviar la depresión.
Beneficios de los garbanzos
Para aliviar el cansancio, encontramos un buen aliado en los garbanzos.
Al ser un regulador anímico, favorece el descanso y el bienestar general; también una equilibrada presencia de carbohidratos de liberación lenta contribuye a promover energía duradera.
En casos de astenia y convalecencia, su composición nutricional rica en proteínas, ácidos grasos saludables y minerales como fósforo y magnesio, favorece mejores tiempos de recuperación.
También tiene un elevado contenido en fibra que se hace notar para combatir el estreñimiento.
Se recomienda a las embarazadas el consumo de ácido fólico para evitar defectos neurológicos de nacimiento; los garbanzos y las lentejas aportan folatos naturales de mejor biodisponibilidad que los que suelen venir en los complementos.
Los garbanzos, con su aporte de fibra, potasio, vitamina C, vitamina B-6 y ácido fólico, contribuyen a la salud de nuestro corazón regulando el colesterol en la sangre y evitando su oxidación y depósito.
Ricos en selenio, los garbanzos también ayudan a combatir el cáncer ya que este oligoelemento alivia la inflamación y disminuye el crecimiento de los tumores.
Los garbanzos son todo en uno para la salud ósea: vitamina K, fosfato, calcio, magnesio, manganeso, zinc… Nutrientes esenciales en la construcción y mantenimiento de los huesos. Sumemos un poco de sol, actividad física y comida de verdad ¡y tendremos una buena estrategia para cuidar la estructura ósea!
Si estamos a dieta para bajar de peso, los garbanzos tienen pocas calorías, mucha fibra, son de bajo índice glucémico y cuando los consumimos se reducen los antojos y la ansiedad por comer.
Garbanzos en la cocina
Previamente debemos dejar los garbanzos en remojo; como mínimo unas cuatro horas, idealmente toda la noche o incluso doce horas.
Colocar el triple de agua fría y un recipiente que los contenga cuando tripliquen su tamaño; si los deseamos más tiernos, añadir una cucharadita de bicarbonato.
Al momento de cocinarlos, desechar el agua en la que han sido macerados y ponerlos en una olla con agua limpia, un poco de sal marina y un chorrito de aceite de oliva virgen.
Para que sean más fáciles de digerir, podemos agregar también un trozo de alga kombu o un poco de alguna hierba carminativa como salvia, tomillo, cilantro o ajedrea.
Si es de tu agrado, puedes cocerlos con algo de perejil y verduras cortaditas para saborizarlos. Ahhh! Los que saben, recomiendan que, a diferencia de otras legumbres, los garbanzos hay que echarlos a la olla cuando el agua esté hirviendo; dicho esto, fuego lento y olla tapada con chup-chup y todo, durante unos 90 minutos.
También podemos consumirlos en forma de harina de garbanzos; con ella se preparan rebozados, masas de buñuelos y se puede enriquecer todo tipo de harinas de cereales; también se utiliza como sustituto de los huevos en las recetas veganas.
Garbanzos germinados
Otra opción muy saludable es consumir los garbanzos germinados; de esta forma su contenido enzimático se multiplica y los vuelve muy fáciles de digerir, además de sumarle otros valores nutricionales.
Para germinar los garbanzos, debemos dejarlos en un recipiente en remojo durante toda la noche.
A la mañana siguiente, colocar los garbanzos remojados en un frasco de vidrio que taparemos con un trozo de tela mosquitera o gasa sujeta con una banda elástica; esto facilita escurrir el agua sobrante cada vez que pasemos los garbanzos por agua.
El tiempo de germinado es de unos 3-4 días, dependiendo del tipo de garbanzo y el clima. Durante este tiempo de germinación los enjuagaremos un par de veces al día en otoño e invierno y 3 o 4 si estamos en verano y las temperaturas son elevadas.
Para que el agua sobrante escurra mejor, colocar el frasco boca abajo y con una inclinación en 45º para evitar el amontonamiento de los garbanzos.
Durante el germinado pondremos el frasco en un sitio oscuro o lo taparemos con un trapo.
Una vez germinados, lavar, escurrir bien y guardar en un recipiente hermético en el refrigerador; se conservan frescos durante 3 o 4 días.
¡Buen provecho!