Las almendras, un alimento saludable con muchas propiedades y beneficios.
En la composición nutricional de las almendras, aproximadamente la mitad de los macronutrientes se dividen en proteínas e hidratos de carbono y la otra mitad son lípidos.
Entre los lípidos predominan los de tipo monoinsaturados, grasas saludables, protegidos por una buena dosis de vitamina E.
Agreguemos que entre los carbohidratos predominan las fibras que no estimulan la insulina; por lo tanto no favorecen las condiciones metabólicas para que el cuerpo almacene grasas.
Aporte mineral
El consumo de 30 gramos cubre el 9% de las necesidades diarias de calcio; en relación al peso, las almendras aportan el doble con muchos otros beneficios y sin las desventajas de los lácteos.
Otro mineral que destaca en las almendras es el magnesio; la misma ración aporta aproximadamente el 15% del magnesio necesario.
Agreguemos cantidades importantes de fósforo, manganeso, cinc y hierro.
De acuerdo a una iniciativa de la American Dietetic Association, las almendras constituyen una buena opción para incluir en nuestros desayunos o tentempiés; nos ayudarán a alcanzar objetivos como adecuar el peso, regular los niveles de lípidos, estabilizar la glucosa y un estado general de bienestar.
Las propiedades del arroz yamaní lo han posicionado como una de las variedades de arroz integral más utilizadas en todo el mundo.
El arroz yamaní es una variedad originaria de Japón que se cultiva en climas templados y fríos; se trata de un grano corto, de color dorado y un sabor dulzón que tiene reminiscencias a nuez.
¡Y sin duda es uno de los más populares y reconocidos!
Propiedades del arroz yamaní
Veamos cuales son las propiedades del arroz yamaní para ocupar un lugar de preferencia entre las variedades de elegidas:
Rico en vitaminas del complejo B; en consecuencia, favorece al sistema nervioso y al metabolismo de los hidratos de carbono.
De todas las variedades de arroz es uno de los que menos proceso tiene desde el campo al consumidor; por supuesto, esta es una de las razones por las que es una estrella en las llamadas dietas de transición.
A diferencia de la mayoría de los cereales que suelen ser ligeramente acidificantes, el yamaní tiene un equilibrio ácido/alcalino neutro. Seguramente esta es la razón más importante por la que se consolidó como uno de los preferidos de la cultura macrobiótica; luego, en Occidente, ocurrió lo mismo en otras escuelas de salud natural.
Es ligeramente hipotensor.
Favorece la regularidad intestinal.
Ayuda a regular el colesterol.
Aporta ácido fítico, por lo que expulsa toxinas del cuerpo.
Por supuesto, no contiene gluten; consecuentemente es un alimento beneficioso para los celíacos.
El arroz yamaní es un alimento adecuado para monodietas desintoxicantes; especialmente en personas con cáncer, hipertensión, problemas renales, cardiovasculares u obesidad.
Cómo cocinar el arroz yamaní
Para proceder a su cocción, colocar en una olla dos tazas de arroz yamaní y cuatro o cinco tazas de agua; opcionalmente, una cucharadita de sal.
Llevar a fuego fuerte y cuando empiece a hervir se debe tapar la olla y bajar el fuego; luego de unos veinte minutos el grano debe estar seco.
Se apaga el fuego, se revuelve con una cuchara de madera y está listo para cualquier preparación culinaria; consumir inmediatamente o guardar en el frigorífico en un envase con tapa.
Si no lo vamos a consumir en el día, es recomendable mezclarlo con una o dos cucharadas de un buen aceite como el de oliva virgen; esto evita que se seque y se conservan mejor el sabor y las propiedades del arroz yamaní. ¡Y sobre todo le brinda un toque que resaltará tus comidas!
En este caso, observemos que el tiempo de cocción es más largo que el del arroz común pero más corto que el de otras variedades como el negro o el rojo.
Recetas con arroz yamaní
Arroz yamaní y lentejas salteadas
Ingredientes
2 tazas arroz yamaní cocido. Por supuesto, puedes variar las cantidades según tus gustos. A veces tengo ganas de comer arroz con verduras y otras verduras con arroz; ¡seguro a ti también te pasa!
Colocar el wok al fuego con el aceite. Incorporar las zanahorias cortadas en cubitos, la cebolla bien picada y saltear unos minutos; agregar los champignones laminados y saltear otro poco. No indico tiempos porque cada uno tiene sus gustos con la textura de los vegetales y los champignones.
Pisar el tofu con un tenedor o deshacer con los dedos; mezclar en un bol con la sal, la cúrcuma y el jengibre.
Agregar el tofu al wok y seguir salteando.
Incorporar las lentejas y el arroz.
Cuando esté listo, apagar el fuego, agregar la salsa de soja y remover suavemente hasta que todo esté integrado.
¡Servir calentito para disfrutar los sabores de oriente y aprovechar las propiedades del arroz yamaní!
Hamburguesas de arroz yamaní
Ingredientes
1 taza de garbanzos cocidos.
1/2 taza de arroz yamaní cocido.
Zanahoria, morrón rojo, cebollas y choclo a gusto.
Sal marina, pimienta y jengibre a gusto.
Avena extrafina o harina integral de amaranto para rebozar.
Preparación:
Procesar los garbanzos hasta que tengan la textura de una pasta.
En un bowl mezclarla con el arroz yamaní cocido, los condimentos, la zanahoria, la cebolla, el morrón picados y el choclo previamente salteados.
Armar las hamburguesas con las manos o darle forma con un molde.
Rebozar las hamburguesas y cocinar vuelta y vuelta en una sartén con un poco de aceite de oliva virgen previamente calentada.
El yamaní en nuestra alimentación
Demás está decir que aprovecharemos su consumo en el marco de una alimentación saludable; la cual preferentemente debe basarse en frutas, vegetales y frutos secos, con cantidades moderadas de legumbres y cereales. Carnes y huevos opcionales y según estilo de vida, preferentemente en cantidades limitadas.
El arroz yamaní por sí mismo no hace a una dieta equilibrada, pero te acerca un paso más a ella.
En Argentina, el consumo de carnes aumentó de manera significativa, contribuyendo -sin ninguna duda- al deterioro de la salud en general y al aumento de la obesidad y sobrepeso en particular.
El consumo de pollo aumentó desde 10,9 kg en 1990 a 44,9 kg en el 2017. Quienes pintamos unas canas, recordaremos que un buen consejo en aquellos días era reemplazar nuestro históricamente excesivo consumo de carne vacuna por algo de pollo. Convengamos que en aquel entonces la vaca y el pollo, poco o mucho, pero caminaban, comían pasto y verdeo y, comparada con la actual, tenían una vida idílica. Con todo, era un excelente consejo: el pollo tiene menos grasa saturada, podemos desgrasarlo con facilidad y aporta una proteína mucho más limpia.
La idea era que los embutidos eran inadecuados para la salud, las carnes rojas como la de vaca o cerdo debían evitarse o moderarse y el pollo o el pescado eran la opción preferente; así el consumo de pollo aumentó mucho, llegando a triplicarse en los Estados Unidos donde llegó a ser la más elegida. Y digamos que, muy atrasados, pero las variables de consumo alimentario y sanitario en este país, son seguidas por los argentinos de manera casi calcada.
El punto es, que en aquel entonces los pollos comenzaron a ponerse gordos y quienes los consumían también; de aquella carne magra que nos aportaba esta noble ave, a los Frankensteins emplumados que la industria produce a costa de antibióticos, hacinamiento y reducción de costos, eso, ¡solo quedan las plumas!
De acuerdo a una investigación publicada en la revista Nutrition, se examinó el consumo de carne en adultos y se lo comparó a su IMC ; para ofrecer mejores garantías de los resultados, los investigadores crearon controles para otros factores como “edad, ingesta de energía basal total, ingesta de alcohol, consumo de verduras, consumo de frutas, consumo de cereales, nivel de actividad física, fumar, nivel educativo, y hábitos dietéticos en los últimos 5 años”, de tal modo la principal diferencia entre los sujetos del estudio fuera en las clases y cantidades de carnes que consumían.
¿Cuál fue el resultado? El consumo de pollo estaba más fuertemente asociado con ganancia de peso tanto en los hombres como en las mujeres.
De manera sorprendente, esto ocurría aún cuando la cantidad de pollo consumida era mínima. Al comparar con las personas que no consumían pollo, las que comían 20 o más gramos de pollo al día tenían IMC significativamente mayores; es decir, el impacto de un equivalente a media pechuga a la semana realmente nos puede hacer engordar.
¡Esto no se explica por las calorías! Al menos, no totalmente. ¿Será que los pollos Frankenstein tienen algo que ver? ¿O que el hecho que cuando decimos pollo también decimos un montón de presentaciones industrializadas que le restan aún más valor y le agregan tóxicos que desequilibran el metabolismo?
Pollos eran los de antes
Desde los primeros pasos en la crianza de pollos en Estados Unidos a finales del siglo XIX hasta la fecha, la transformación de estos animales para consumo humano ha sido impresionante. En la década de 1920 y 1930 empezó a crecer mucho la explotación de granjas especializadas en la producción avícola y poco a poco se fue acelerando una carrera genética en una búsqueda voraz para obtener aves de mayor peso en menor tiempo y con menos requerimientos de alimentos por kilo de carne producido.
Es decir, si aún comes carne de pollo, nadie en la industria se está preocupando por la calidad nutritiva de lo que te llevarás a la boca, sino de la cantidad producida con crecientes niveles de eficiencia especulativa que solo mide el costo-beneficio económico directo.
Uno de esos pollos es el conocido como pollo “Broiler”, el más utilizado en la industria por tener una tasa de crecimiento muy rápida, una excelente transformación del pienso en carne (índice de conversión) y una carne blanca que se presenta como tierna, pobre en grasa y de muy fácil digestión.
Una conocida granja industrial argentina lo describe como “un animal muy pacífico, sociable y sedentario”. ¡Cómo si el pobre animal tuviera la oportunidad de rebelarse en las jaulas donde se lo cría en un hacinamiento brutal y una convivencia que es insoportable pero no tienen opción de moverse para matarse a picotazos!
De acuerdo a la información proporcionada por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos y obtenidos de la Agencia de Estándares de Alimentos y el Instituto de Química Cerebral y Nutrición Humana:
“Una porción de pollo de 100 gramos en 1896 contenía 16.2 calorías de grasa y 91.2 calorías de proteína para dar un total 107 calorías. Casi cien años después, en el 2004, la misma porción de 100 gramos de pollo contiene más de 205 calorías de grasa y aproximadamente 65 calorías de proteína para dar un total de 273 calorías”.
Es decir, solo 100 años hemos logrado que el animal sufra una transformación que la evolución natural -si concibiéramos una en el sentido de esta aberración-, el contenido de grasa en el pollo subió más de diez veces mientras que el contenido de proteína bajó un tercio.
Así mismo, el contenido general de calorías en el pollo hoy en día es casi tres veces mayor de lo que era hace cien años. Pues entonces, aquello de cambiar la carne roja por carne de pollo, quizá ya no sea una buena opción y la pregunta debería ser, no qué tipo de carne, sino cual es la procedencia de la carne.
Replantearnos nuestras elecciones
Insisto, como muchas veces lo hago, que soy partidario de vegetarianizar la dieta y, si no es que nos regimos por alguno de los patrones vegetarianos, al menos mantener el consumo de carnes en mínimos; en cualquiera de las tres opciones se puede llevar una dieta saludable.
Así mismo, es vital velar por el origen de los alimentos, mucho más en el caso de aquellos de origen animal, y aún más en el caso del pollo y los huevos.
Jonathan Ewald, periodista del portal Life + Health relata que, de acuerdo a la investigación publicada en Nutrition antes mencionado, que “en lo que concierne a los pollos, los autores del estudio hicieron una pregunta fascinante:
¿Será que comer obesidad causa obesidad?
De acuerdo al Doctor Michael Greger, un doctor especialista en nutrición clínica citado por el mismo reportero en su artículo “Los pollos y obesidad”, afirma que:
El cóctel de selección de genes para ganancia de peso rápida, la falta de ejercicio y la disponibilidad de comida de alta energía las 24 horas del día, son una receta sencilla y bien conocida para crear obesidad en esas aves.
Otro punto a considerar es que el pollo, alguna vez considerado una buena fuente de ácidos grasos de Omega 3, hoy tiene una relación entre los ácidos grasos Omega 6 y 3 de 9:1.
Nuestra dieta occidental refinada e industrializada, se ha excedido en la oferta de ácidos grasos Omega 6 y ha provocado un desequilibrio entre los ácidos grasos Omega 6 y 3 que contribuye a que tengamos predisposición a mayores proporciones de enfermedades autoinmunes, alergias, cáncer, inmunidad deprimida o procesos inflamatorios.
Pollos enfermos, consumidores enfermos
Demás está decir que los animales criados y producidos en estas condiciones que han deteriorado, como hemos visto, su valor nutricional, además de ser obesos, desarrollan una altísima predisposición a padecer todo tipo de enfermedades, entre las que se citan:
Disfunción cardiovascular- lo cual lleva a fallo cardíaco o síndrome de muerte súbita.
Disfunción esqueletal- que conduce a dolor al caminar y cojera (debido al crecimiento rápido y la falta de espacio para hacer ejercicio)
Dermatitis de contacto- erupciones causadas cuando los pollos son forzados a yacer sobre su propio excremento por semanas donde hay concentraciones altas de amoniaco
Falta de espacio para moverse, falta de luz natural y mala calidad de aire
Anormalidades oculares (tales como glaucoma aviar)
Manejo rudo y transporte que a menudo lleva a lesión o muerte de algunas aves
Ante este escenario, las opciones no son muchas si desean cuidar y mejorar tu salud:
Elimine el pollo y los huevos industrializados; busca tus lípidos y proteínas en frutos secos, legumbres o algas, que con el complemento de las frutas, las verduras y los granos integrales estará bien cubierto.
Reduzca la cantidad de pollo, huevos y otros productos de origen animal, limitando su consumo moderado a aquellos que sean de producción orgánica y de pastoreo.
Verdad de hierro: la carne de pollo, al menos la industrializada, ha resultado ser la peor en cuanto a la asociación entre su consumo y la predisposición al sobrepeso y la obesidad.
Si le quedan ganas de comer pollo y un día de estos lo invitan a hacerlo, la pregunta es: ¿qué pollo?
La prevención y alivio del cáncer es una de las propiedades destacadas del ajo.
Empecemos con un ejemplo concreto sobre como afecta el cáncer en concreto antes de ver como puede ayudarnos el ajo:
En Estados Unidos, el número estimado de casos nuevos de cáncer de pulmón en 2013 fue de 228,190; el total de muertes en ese período fue de159,480, de acuerdo a la información del Instituto Nacional del Cáncer.
¿Tenías idea aproximada de estas cifras? Observa, por favor, que casi el 70% de las personas diagnosticadas fallecen de la enfermedad.
¿Estamos ganando la «guerra contra el cáncer» como suelen decir los especialistas? ¡En absoluto! Y ante ese escenario, ¿no te parece razonable incorporar toda la fuerza de las terapias naturales? Las mismas contribuyen a mejorar nuestra inmunidad natural, desintoxicar el organismo y oxigenarlo para generar auspicios saludables. ¡Cómo no las vamos a utilizar!
El ajo y el cáncer
Y si se trata de cáncer, el ajo sólo puede sumar.
Algo tan sencillo como consumir ajo crudo o añejado dos veces a la semana puede disminuir la incidencia del mismo en casi un 50% en la población general y un 30% en caso de los fumadores. ¿No te parece oportuno consumir más ajo? ¿O plantar, aunque sea en macetas y en la cocina, nuestros propios ajos orgánicos?
Sin lugar a dudas el ajo es uno de los alimentos con más propiedades medicinales que existen e incluso las evidencias lo vuelven un peso pesado en la lucha contra el cáncer; ya sea que hablemos de prevención o, en el tratamiento coadyuvante del mismo.
El ajo previene distintos tipos de cáncer
Algunas investigaciones han determinado que menos de un diente de ajo al día reduce el riesgo de cáncer de próstata en un 50%. También disminuye significativamente el riesgo de contraer cáncer de estómago, cáncer de esófago, cáncer de mama, y cáncer de colon. ¿Un diente de ajo? ¡Qué sean dos! O tres.
También se ha verificado que cuanto mayor es la cantidad de ajo crudo o cocido consumido menor es el riesgo de cáncer de estómago o colorectal. El estudio prospectivo europeo sobre cáncer y nutrición (EPIC), una investigación que involucra a hombres y mujeres de diez países diferentes, vinculó un mayor consumo de cebolla y ajo con menor riesgo de cáncer intestinal.
Un estudio francés verificó que el aumento de consumo de ajo, cebolla y fibras, iba hermanado a una reducción significativa en el riesgo de cáncer de mama. ¿Todavía consumes alimentos ultraprocesados?
Cómo potenciar sus propiedades
Algo muy importante a tener en cuenta es que capacidad del ajo para combatir el cáncer depende de la forma en que este se prepara. En la cocina, la mejor manera de mantener las propiedades anticancerígenas del ajo es picarlo o triturarlo; luego dejarlo reposar durante al menos 10-15 minutos antes de ser consumido en crudo o cocido. Esto inicia los procesos de añejamiento casero del ajo; por supuesto hay presentaciones más sofisticadas como el ajo negro.
Al romper el ajo se liberan compuestos de sulfuro de alilo que luchan contra las enfermedades; si lo calentamos inmediatamente después de cortarlo se inactiva una de las enzimas más cruciales para que este benéfico proceso ocurra. En razón de ello, tradicionalmente se han recomendado variedades de ajo añejado o macerado; al macerarlo en aceite o vinagre, este efecto se potencia. Tengamos en cuenta que, si cocinamos el ajo a un fuego suave menos de diez minutos después de picarlo, estos beneficiosos compuestos no se destruirán.
Otras propiedades del ajo
Y por supuesto, el ajo tiene muchas más propiedades, además de ayudarnos con el cáncer; aquí te dejo un vídeo que tiene unos años y acusa que hoy pinto unas cuantas canas, ¡pero el ajo tiene cada vez más propiedades!
¿Cómo tomar ajo?
Supositorios
Indicados para combatir los parásitos intestinales. Normalmente se utiliza el extracto seco a razón de 100 a 250 mg. por unidad; mucho más práctico y accesible, es la aplicación por el ano de un ajo crudo untado en aceite de oliva virgen extra.
Jugo
Se indica consumir 10 a 30 gotas por dosis, varias veces al día.
Puedes preparar el jugo en una procesadora con algo de agua; también, para hacerlo más concentrado, puedes utilizar un prensa ajos, extraer el jugo y utilizar el resto en alguna comida.
Tintura
Se sugiere consumir 30/40 gotas, 3 veces al día; el especialista puede aumentar o disminuir la cantidad.
Uso externo
Pomada compuesta por jugo de ajo y vaselina a partes iguales; se usa con fines antisépticos. ¡Excelente! Advertencia: no salgas a buscar amigos o pareja cuando la usas 🙂
Ajomiel
Se colocan 400 gramos de ajos machacados en una botella de cuello ancho, se añade igual cantidad de vinagre de manzana y agua hasta cubrirlos. Se cierra la botella y se deja macerar durante cuatro días, agitando vigorosamente tres veces diarias.
Finalmente se cuela el preparado, se agregan 250 grs. de miel, se agita bien y el preparado está listo para consumir; se toma a razón de una a dos cucharadas soperas antes de las principales comidas.
Se conserva por alrededor de un mes en lugar fresco o en el frigorífico.
Esta versión no sería la más apropiada para los diabéticos, al menos hasta que la enfermedad este controlada por una dieta desintoxicante y enzimática; luego, las cantidades insignificantes de azúcar por toma podrían permitir que sea una buena opción.
Ajoaceite
Se emulsionan varios ajos machacados con aceite de oliva virgen extra hasta formar un pasta tipo mayonesa, y se dejan reposar dos o tres días.
Se puede consumir dos o tres cucharadas de postre con las comidas; o bien como ingrediente de las mismas.
Decocción
Se hierve una cabeza de ajo en un litro de agua durante cinco minutos y se beben tres tazas diarias.
Esta preparación pierde parte de las propiedades del ajo pero se evita el mal aliento y el olor corporal.
Enemas
Se preparan a razón de dos o tres cucharadas de ajoaceite por litro de agua.
Por supuesto, es importante utilizar un buen aceite de calidad orgánica y de primera prensada; esto aumentará las propiedades de la enema de manera sinérgica.
Crudo
Se mastican lentamente de uno a tres ajos, preferentemente en ayunas.
Inhalación
La inhalación de ajo triturado alivia la gripe, las anginas y catarros cuando recién se manifiestan; por supuesto, es un gran aliado en todo tipo de condiciones infecciosas.
Jarabe
Esta opción es ideal para la tos y la bronquitis.
Se prepara hirviendo medio litro de agua, se apaga el fuego y se agregan cincuenta gramos de ajo picado. Tapar, dejar reposar doce horas y colar. Agregar miel y batir hasta conseguir un jarabe del que tomará una o dos cucharaditas tres veces al día.
En este caso, estaría contraindicado para los diabéticos; no hay problema, hay otras opciones. ¿Verdad?
Complementos
En el mercado hay decenas de opciones y tú deberás investigar cual se adapta a tus necesidades y posibilidades; recomiendo la siguiente a modo orientativo para el mercado europeo:
Por supuesto, ya sabes que no es mi idea vender soluciones mágicas y siempre recomiendo estos recursos en el marco de estrategias integrales; en el caso que padezcas cáncer, además de los consejos del profesional que te guíe, desde mis conocimientos te recomendaría la lectura y aplicación de los consejos en «Estimula tu Inmunidad natural» (Kepler); en nuestra tienda virtual te facilitamos algunos enlaces de vendedores en varios países. También puedes solicitarlo en librerías.
La importancia de la inmunidad natural
Convivimos con virus, bacterias, hongos y gran cantidad de sustancias nocivas para la salud; entre estos últimos mencionamos tóxicos químicos, drogas farmacéuticas, aditivos alimentarios, polución ambiental, entre otros. La mayor parte del tiempo estos agentes potencialmente peligrosos no nos provocan enfermedad alguna; esto se debe a que el sistema inmunitario es un eficiente guardián de nuestro organismo aún cuando las condiciones de vida no sean idóneas para su óptimo funcionamiento.
Si el sistema inmunitario falla, permite el alojamiento y reproducción de microorganismos en nuestro cuerpo y este enferma; por suerte esto sucede muy pocas veces, menos del 1%. Esto es una demostración suficiente para admirar la eficiencia del organismo; con más razón cuando la mayoría de las personas no tienen un programa alimentario ni un estilo de vida que estimule las defensas.
Con frecuencia me pregunto que pasaría con la especie humana si no estuviéramos sometidos a la influencia de tantos tóxicos en el medio ambiente y en la alimentación. O si tuviéramos un generalizado conocimiento acerca de cómo pueden ayudarnos los remedios caseros como el ajo;»medicalimento» cuyas propiedades aquí apenas vislumbramos. Y ni hablar del resto de los complementos nutricionales basados en hierbas, vitaminas, minerales, oligoelementos, enzimas, etc.
Esta mirada es válida para incorporarla en el centro de nuestro estilo de vida; es así tanto para prevenir como para tratar el cáncer y otras enfermedades que comprometen la inmunidad. Con esa idea en mente, he escrito «Estimula tu inmunidad natural»; un libro sencillo con conocimientos que pueden traer bienestar a la humanidad. ¡Y por supuesto! Con el buen sabor de las recetas inmunoestimulantes de Pablo Martín.
¿Has hecho la «Puesta a Punto»?
Todo empieza con una actitud. Es necesario saber donde estamos y a donde queremos ir.
Ya sea que deseemos ganar una maratón o curarnos el cáncer. Toda estrategia necesita un reconocimiento del terreno y de nuestros recursos para su buen diseño.
Y para preparar mejor nuestro cuerpo, mi mejor recomendación es un programa alimentario detox, vivo y alcalino; como el que recomendamos con Patricia Robiano en «Puesta a Punto» (Urano). Primero una actitud adecuada; naturalmente le sigue una buena alimentación.
Un consejo final
Mi último consejo a quienes padecen cáncer, es que no se dejen arrastrar por el miedo. Con una actitud positiva y abierta, utilizando los recursos naturales y siendo consistentes en nuestra estrategia, los resultados en el tratamiento del cáncer son muy buenos.
No hay soluciones mágicas, pero tampoco hay razones para bajar los brazos; una enfermedad como el cáncer puede ser un desafío para sacar la mejor versión de nosotros mismos.
¿Sabes a donde quieres llegar? Bien, ahora ocúpate únicamente del primer paso; y luego un paso a la vez. En este artículo tienes recursos más que suficientes para dar el primero y unos cuantos más.
Tienen buena fama y su aporte de oligoelementos es una razón de su eficacia contra el cáncer y las enfermedades cardiovasculares.
De origen asiático desde donde se extendieron por el mundo, disponemos de varios tipos de lentejas; entre ellas que destacan la rubia castellana que es de color verde claro y más grande que la mayoría de sus homólogas, la más común es la pardina con un tamaño más pequeño y color marrón oscuro, entre otras.
Focalicemos en los oligoelementos destacados que nos aportan estas poderosas legumbres.
Aporte de molibdeno
Cien gramos de lentejas aportan 148 mcg de molibdeno, lo cual es aproximadamente el doble de la cantidad diaria que se sugiere habitualmente; aunque las necesidades que tenemos son muy pequeñas, su aporte es fundamental por su acción catalizadora en numerosas reacciones de nuestro organismo.
¿Qué otros alimentos aportan molibdeno?
Otros alimentos saludables, además de las lentejas, que constituyen buenas fuentes de este oligoelemento son germen de trigo, alforfón o trigo sarraceno, cereales integrales en general, verduras de hoja verde, nueces de macadamia o legumbres.
¿Qué funciones tiene el molibdeno?
Este oligoelemento -llamamos así a los minerales presentes en mínimas proporciones- es fundamental para la absorción y el metabolismo del hierro; también participa en otros sistemas enzimáticos asociados al metabolismo del alcohol, las drogas, sustancias tóxicas y exceso de cobre.
El déficit de molibdeno también está asociado a problemas en el funcionamiento sexual masculino, irritabilidad o aparición de caries.
Aporte de manganeso
Cien gramos de lentejas también aportan casi la mitad del manganeso que nuestro cuerpo necesita diariamente.
¿Qué otros alimentos aportan manganeso?
Otras fuentes naturales de manganeso son vegetales de hoja verde, cereales integrales y legumbres en general, frutos secos, té, canela, cúrcuma, jengibre, pimienta negra, ananá, frambuesas, palta -o aguacate-.
Los alimentos que tienen altos niveles de ácido oxálico como repollo, batatas o boniato y espinaca como así también aquellos ricos en ácido fítico (judías, frutos secos , semillas y granos enteros) pueden impedir la absorción del manganeso, pero en menor medida.
Se aconseja por ello, cocinar esos alimentos, lo cual neutralizaría este efecto; en cuanto a las lentejas, afirmemos que su contenido en oxalato es menor y realmente no amerita preocupación; comparto esto para desmitificar supersticiones.
En todo caso, al igual que lo que ha ocurrido con el ácido fítico, se ha demonizado exageradamente al ácido oxálico. Digamos que una parte del oxalato que consumimos es descompuesto por bacterias en el intestino antes de que se pueda unir a los minerales; por supuesto, aquí es importante tener una microbiota saludable, lo cual plantea escenarios diferentes para los que comen sano y los que no lo hacen.
Una de estas bacterias es el Oxalobacter formigenes, que lo utiliza como fuente de energía y reduce la cantidad de ácido oxálico disponible.
Sin embargo, si la alimentación es inadecuada o hemos utilizado antibióticos, nuestras colonias bacterianas estarán en desequilibrio y el oxalato se vuelve potencialmente nocivo. ¿Comprendes esta lógica que se repite una y otra vez en la naturaleza?
¿Qué funciones tiene el manganeso?
Este oligoelemento es esencial para los recién nacidos contribuyendo al crecimiento y adecuada formación de huesos, tejidos, así como la coagulación de la sangre, las funciones de la insulina, la regulación y síntesis del colesterol o la activación de varias enzimas; si a la madre no le falta manganeso en su alimentación, lo aportará sin problemas a su hijo a través de la leche materna.
El manganeso es necesario para absorber las vitamina E , B1, C, biotina y colina; además hay varias enzimas que participan en el metabolismo de aminoácidos, carbohidratos y colesterol que son activadas por la presencia de manganeso.
Su carencia puede manifestarse con faneras debilitadas -lento crecimiento de las uñas, y cabello, despigmentación de este último-, malformación ósea o trastornos de la glucosa en la sangre.
Aporte de hierro
Las lentejas aportan una buena dosis de hierro: 7mg/100grs, qué está muy bien.
Si, escucharás que no se asimila tanto por la presencia de ácido fítico, pero tú ya sabes que no es así y puedes responder: “Basta de tonterías basadas en estudios de cien años”.
Hoy sabemos que aquellos experimentos se hicieron con sales sódicas de fitatos que distorsionan los resultados en relación a las sales calciomagnésicas presentes en los alimentos y que no solo no impiden la absorción de minerales sino que además el son muy valiosas para proteger nuestra salud.
Igual tu recurrirás a variadas fuentes para acomodar una ecuación nutricional equilibrada, ¿verdad? ¡Pero que no falten lentejas!
Las lentejas en primera plana
Recientemente la que ha estado en portada es la sopa de lentejas. ¡Cómo la que hacía tu abuela! Pues sí, parece que es muy eficaz para cuidarnos el corazón y protegernos del cáncer.
Una investigación realizada por la Universidad de Rovira i Virgili (URV) de Barcelona a cargo de Christopher Papandreou, investigador en la Unidad de Nutrición Humana de la URV y Jordi Salas Salvadó, director del Área de Nutrición en el Servicio de Medicina Interna del Hospital Sant Joan de Reus, ha revelado que consumir sopa de lentejas disminuye el riesgo de desarrollar cáncer y padecer enfermedades del corazón. ¡Cómo no! Manganeso, zinc, molibdeno, fibra, ácido fítico, vitamina E…
Los resultados del estudio se obtuvieron luego de hacer seguimiento a 7212 personas diagnosticadas con un alto riesgo de enfermedad cardiovascular durante 6 años; los resultados se publicaron en The American Journal of Clinical Nutrition y mostraron que las personas que consumen más sopa de lentejas, garbanzos y frijoles tienen hasta 49% menor riesgo de desarrollar cáncer.
Así mismo, se encontró que aquellas personas que consumen sopa de lentejas habitualmente tienen un riesgo menor de mortalidad por enfermedad cardiovascular.
Ten presente que los frutos secos también son un aliado invaluable para un corazón saludable y tendrás un beneficio adicional con su consumo.
Por estas y muchas propiedades más, ¡no dejes de incorporar lentejas a tu vida!